viernes, 31 de julio de 2015

A punto de dejarlo todo

Hoy ha sido uno de esos días en los que he pensado en dejarlo todo. Por mi mente ha cruzado la idea de dejar de luchar, de rendirme, de olvidar todo aquello por lo que llevo peleando en los últimos años y por lo que he apostado muy fuerte, invirtiendo tiempo, esfuerzo y dinero y arriesgando la estabilidad de mi familia. 

Estaba pendiente de la respuesta de un proyecto profesional que me llenaba de ilusión. Y la respuesta ha sido que, lamentablemente, he llegado demasiado tarde y que la posibilidad se esfumaba. Mi ilusión, se esfumaba. Mi sueño de un camino nuevo, una nueva vida, un futuro más claro, se esfumaba.

Y he caído en el desánimo. En menos de un minuto, la persona llena de energía, ganas y autoestima se ha derrumbado como un castillo de naipes. Ante el contratiempo, me he fragmentado en mil pedazos y he visto como me iba desintegrando, presa de la desilusión. No es la primera vez que me pasa últimamente, de hecho, me está pasando más a menudo de lo que me gustaría. Inevitablemente, me empiezo a cuestionar mi valía personal, mi solvencia profesional, mi apariencia física. Empiezo a sentirme a disgusto dentro de mi propia piel y es terrible. La nube de la crisis existencial, a mis 41 años recién cumplidos, me sobrevuela. 

Y lloro. Me dejo estar en el miedo de no ser importante y destacar, de ser y sentirme una fracasada. Acojo la sensación de carencia, el sentimiento de vergüenza, la envidia de aquellas personas que sí parecen ser capaces de evolucionar y crecer profesionalmente. Quiero desaparecer, quiero morir, quiero no ser y no estar. Lo que sea por no sentir el dolor que llena cada una de mis células. 
Y tras unas horas negras decido buscar motivación, literalmente: tecleo MOTIVACIÓN en Google y aparecen muchas imágenes, vídeos, citas, blogs y sugerencias. A menudo que las leo me voy sintiendo mejor, poco a poco, porque ningún estado de ánimo es para siempre y, si te entregas a la experiencia de dejarte estar en lo que hay en el aquí y ahora, te das cuenta de que también lo terrible pasa.                                                                                                                                                 
Hoy he sido valiente. He mirado hacia mi interior y no he huido ni maquillado lo que he encontrado allí. Y me comprometo conmigo misma a seguir caminando, a levantarme aunque caiga, a darme cuenta de que, aunque me rompa, me recompongo. Me entrego, confío, sigo andando. Sigo intentándolo. Sigo. Confío. Yo puedo.



viernes, 24 de julio de 2015

La falta de madurez, asignatura pendiente del directivo español

La semana pasada rescaté de mi estantería el libro "Liderazgo Esencial. Mapas del mundo para Marta" de Gonzalo Martínez de Miguel, uno de los títulos imprescindibles para los apasionados del desarrollo, entre los cuales me cuento y que llegó a mis manos hace algunos años. Y, como quien intenta conectar con un viejo amigo, anduve buceando en las redes sociales en pos del autor. Encontré una entrevista publicada por el Observatorio de Recursos Humanos (http://www.observatoriorh.com/gestion/que-momento-vive-el-directivo-espanol.html) en la que Martínez de Miguel repasaba la figura del directivo español en el momento actual. Os recomiendo que le echéis un vistazo porque no tiene desperdicio. 

Sí, efectivamente, nunca antes en la historia la empresa española cuenta con directivos con una formación tan completa, manejo fluido de otros idiomas incluido. En la aldea global es importante ser competitivo y el directivo español ha conseguido, gracias a su preparación, creatividad, flexibilidad y trabajo incansable, ser tomado en cuenta y en serio en la escena internacional. 

Pero. Claro, tenía que haber un pero. Entre las tareas pendientes del directivo español donde hay que trabajar más es en los procesos de madurez personal [...], en su autoestima, en el desarrollo de su carácter y en apoyarles a que se anclen sin miedo en los valores que quieren defender personalmente".

Pensando en la Teoría del Liderazgo Situacional (Hershey, Blanchard), si los empleados de una empresa tienen "baja madurez" (M1), por ejemplo, por haberse incorporado recientemente a la empresa, entonces necesitan un líder que les diga qué es lo que tienen que hacer. Por el contrario, un trabajador M4, competente, que ya sabe cómo proceder en su puesto y es más autónomo, precisa de un liderazgo distinto, alguien que sepa delegar y confiar en ellos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando la madurez de los trabajadores es superior a la del directivo?   Porque la gestión y el liderazgo maduros requieren una serie de habilidades que han de adquirirse y trabajar con el tiempo, no vienen necesariamente aparejadas con el ascenso. En esta arena, también el ejercicio da la perfección y ejercitar las habilidades intrapersonales es condición sine qua non para desarrollar lo interpersonal y alcanzar la madurez y la excelencia también al ejercer el liderazgo. 

Martínez de Miguel insiste en que "Hay que defender una visión ética del trabajo directivo y apoyarles a asumir la responsabilidad que implica dirigir personas." Responsabilidad. Madurez. Conciencia. Ética. Todas las demás consideraciones han probado ser el proverbial "pan para hoy", al que inevitablemente seguirá el "hambre para mañana", más tarde o más temprano. 


martes, 4 de marzo de 2014

La alimentación y las emociones: viviendo y comiendo de forma consciente

Os dejo el enlace de una conferencia impartida por Montse Bradford, autora del libro "La alimentación y las emociones", una obra llena de pistas importantes sobre una de nuestras funciones primordiales.

Me han llamado particularmente la atención los siguientes puntos:
- Para qué comemos.
- Origen de los antojos ("apegos") alimenticios.
- Lo que deseo vs. lo que necesito.
- Los tres cuerpos (físico, emocional, mental) y sus necesidades.
- Equivalencia energética/emocional de los deseos de dulces/bollería/snacks salados/estimulantes
- Ejercicios de reciclaje emocional en relación con la alimentación.

Muy revelador...





lunes, 24 de febrero de 2014

Sobre el éxito y la serenidad

La capacidad para gestionar tus emociones y mantenerse tranquilo bajo presión tiene una relación directa con los resultados obtenidos. TalentSmart, especializados en Inteligencia Emocional,  ha dirigido una investigación con más de un millón de personas y ha llegado a la conclusión de que el 90% de los “top performers” muestran una habilidad especial a la hora de gestionar sus emociones en momentos de estrés para permanecer tranquilos y controlados. 
Estudios como el realizado por la Universidad de Yale, han demostrado cómo el estrés prolongado afecta negativamente a la salud física y mental, siendo una de las principales causas de la degeneración del área del control de impulsos del cerebro.
Sin embargo, lo curioso del estrés (y la ansiedad que lleva aparejada) es que se trata de una emoción absolutamente necesaria, ya que nuestros cerebros están diseñados de modo que, para entrar en acción, necesitamos sentirlo, aunque sea mínimamente. De hecho, hay ciertos niveles de estrés que en los cuales se obtiene la mejor eficacia en la realización de la tarea y siempre que no se alargue en el tiempo, no es dañino. 

Una reciente investigación de la Universidad de California, Berkeley, releva el lado positivo de experimentar niveles moderados de estrés, al tiempo que refuerza la importancia de mantenerlo bajo control. Este estudio, dirigido por la doctora Elizabeth Kirby, demuestra que el inicio del estrés anima al cerebro a crear nuevas células encargadas de mejorar l memoria. Sin embargo, este efecto sólo se observa cuando el estrés es intermitente; tan pronto como se convierte en un estado continuo, el cerebro pierde la capacidad de desarrollar nuevas células. 
 “Creo que las situaciones estresantes intermitentes probablemente mantengan el cerebro más alerta, lo que provoca un mejor desempeño”, dice Kirby. Para los animales, el estrés intermitente es el grueso de lo que experimentan, en forma de amenazas físicas en su medio próximo. Según evolucionó el cerebro humano e incrementó su complejidad, hemos desarrollado la capacidad de preocuparnos de manera persistente en las situaciones, lo que crea frecuentes experiencias de estrés prolongado.
Además de incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, depresión y obesidad, el estrés disminuye las capacidades cognitivas. Afortunadamente, sin embargo, a menos que un león trate de darte caza, la mayor parte del estrés es subjetivo y puedes mantenerlo bajo control.
Las personas más eficientes han desarrollado (y perfeccionado) estrategias que emplean para reducir los niveles de estrés, independientemente de lo que esté sucediendo en su entorno, asegurándose que el estrés que experimentan es intermitente y no prolongado. En este artículo presentamos las diez mejores, aunque hay muchas más. Algunas de ellas pueden parecer obvias, pero el verdadero desafío está en reconocer cuando es necesario utilizarlas, así como disponer de los recursos para poder hacer frente a tu estrés. 
Aprecian lo que tienen
Tomarse el tiempo para contemplar aquello por lo que estás agradecido no es sólo algo que es “correcto”. Mejora el estado de ánimo, porque reduce el cortisol (la hormona del estrés) en un 23%. Una investigación de la Universidad de Davis, California, demostró que las personas que diariamente cultivan una actitud de gratitud experimentan un mejor estado de ánimo, así como más energía y bienestar físico. Esto se relaciona directamente con una disminución de los niveles de cortisol.  
Evitan los “¿qué pasaría si…?”
Preguntarse “¿qué pasaría si…?” sólo sirven para avivar el fuego del estrés y las preocupaciones. Las cosas pueden tomar un millón de caminos diferentes y cuanto más tiempo pases preguntándote acerca de las posibilidades de que algo ocurra, menos te enfocarás en tomar acciones que te calmarán y mantendrán tu estrés bajo control. Las personas serenas saben que preguntarse “¿qué pasaría sí…?” sólo le llevará a un lugar al que ni quieren ni necesitan ir.
Se mantienen positivos
Los pensamientos positivos ayudan a mantener el estrés intermitente al enfocar la atención del cerebro en algo no estresante por completo. Tienes que proporcionarle a tu errático cerebro un poco de ayuda seleccionando de manera consciente algo positivo en lo que pensar. Cualquier pensamiento positivo reenfocará tu atención, algo relativamente fácil cuando las cosas marchan bien y tu estado de ánimo es bueno. Sin embargo, puede ser todo un reto cuando las cosas no van tan bien y tu mente está inundada de pensamientos negativos. En estos momentos, piensa en tu día e identifica algo positivo que te haya pasado, por pequeño que sea. Si no se te ocurre nada de ese día, piensa en el día anterior, incluso en la semana anterior, o trata de enfocar tu mente en alguna situación excitante en tu horizonte. El tema aquí es que tengas algo positivo en la recámara, disponible para enfocar tu mente cuando tus pensamientos se vuelvan negativos.
Saben desconectar
Dada la importancia de mantener el estrés intermitente, es fácil ver como tomarse regularmente un tiempo para desconectar puede ayudar a mantener el estrés bajo control. Cuando estás disponible para el trabajo de forma ininterrumpida, te expones a un bombardeo continuo de factores estresantes. Forzarte a desconectar e incluso a apagar tu teléfono, ayuda a que tu cuerpo se aleje de una fuente de estrés continua. Diversos estudios han demostrado que incluso un pequeño descanso de leer e-mails puede disminuir los niveles de estrés.
La tecnología nos ayuda a estar permanente conectados y genera la expectativa de que deberías estar disponible continuamente. Se hace muy difícil disfrutar de un momento sin estrés laboral cuando a través de tu teléfono, un e-mail puede cambiar tu proceso mental y ponerte a pensar (leer=estresante) en cualquier momento.
Si despegarte de las comunicaciones relacionadas con el trabajo durante la semana es un reto demasiado grande, inténtalo durante el fin de semana. Sea como sea, busca momentos en los que puedas desconectar. Te sorprenderás de lo reparadores que son esos descansos y cómo reducen el estrés, recargando tus baterías mentales  en tu agenda semanal.
Si te preocupan las repercusiones que pueda tener dar un paso como este, inténtalo primero en momentos en los que sea poco probable que traten de contactar contigo (por ejemplo, el domingo por la mañana). Según te vas sintiendo más y más cómodo, amplía gradualmente la cantidad de tiempo que pasas alejado de la tecnología.
Limitan la ingesta de cafeína
Beber café dispara la descarga de adrenalina, que es la fuente de la respuesta de “pelear-huir”. Se trata de un mecanismo de supervivencia que aparca el pensamiento racional en pro de una respuesta más rápida. Esto es lo ideal cuando un oso trata de darte alcance, pero no es lo más adecuado para responder a un e-mail un poco borde. Cuando la cafeína pone tu cerebro y tu cuerpo en un estado de hiperactivación del estrés, tus emociones gobiernan tu conducta. Dicho estrés, lejos de ser intermitente, permanecerá en tu organismo haciendo de las suyas, hasta que te liberes de sus efectos.

Duermen lo necesario
No me cansaré de señalar la importancia que tiene dormir lo necesario para incrementar tu inteligencia emocional y gestionar adecuadamente tus niveles de estrés. Durante el sueño, tu cerebro se recarga literalmente, repasando los recuerdos acumulados durante el día y almacenándolos o descartándolos (lo que provoca que soñemos), de modo que te despiertes alerta y despejado. Tu autocontrol, atención y memoria se ven mermados cuando no consigues dormir lo necesario. La falta de sueño eleva los niveles de la hormona del estrés, incluso sin la presencia un elemento estresor. Los proyectos estresantes a menudo dan la sensación de que no tienes tiempo para dormir, pero a veces una noche de buen sueño reparador es a menudo lo que te ayuda a conseguir que tengas todo bajo control
Desechan pensamientos negativos
Un gran paso en la gestión del estrés incluye parar en seco los pensamientos negativos. Cuanto más tiempo pasas rumiando pensamientos negativos, más poder les estarás proporcionando.
La mayor parte de nuestras creencias negativas son exactamente eso, creencias, no hechos. Cuando te encuentres dándole validez a cosas pesimistas y negativas, tu voz interior dice “Es hora de parar y tomar nota de todo esto.” Para de inmediato cuando estés haciendo y anotando lo que estás pensando. Una vez que te hayas tomado un momento para ralentizar el discurrir negativo de tus pensamientos, serás más racional y objetivo a la hora de evaluar su veracidad.
Pues apostar que tus afirmaciones no son ciertas cada vez que utilizas palabras como “nunca”, “lo peor”, “siempre”, etc. Si tus afirmaciones todavía paracen hechos una vez que están en papel, enséñaselos a un amigo o compañero en quien confíes y mira a ver si ella o él están de acuerdo contigo. Entonces la verdad saldrá a la luz seguramente. Cuando te parezca que algo pasa siempre o no pasa nunca, tan sólo se trata de la tendencia natural de tu cerebro a exagerar
Reencuadran sus perspectivas
El estrés y las preocupaciones se avivan por su manera sesgada de percibir las situaciones. Es fácil pensar que fechas límite poco realistas, jefes despiadados o tráfico fuera de control son las razones por las que estamos estresados continuamente. No puedes controlar las circunstancias, pero sí la manera en que respondes a las mismas. Así pues, antes de pasar demasiado tiempo obcecándote en algo, tómate un instante para mirarlo desde otra perspectiva. Si no tienes claro cuando vas a necesitar hacer algo así, intenta buscar pistas de que tu estrés pueda no ser proporcional a lo que lo está causando. Si estás pensando en afirmación absolutas, del estilo de “Todo va a ir mal” o “Nada va a salir bien”, entonces necesitas darle un nuevo enfoque a la situación. Una buena manera de corregir este patrón de pensamiento tan ineficaz es hacer una lista con los elementos específicos que puedan ir mal o no salir bien. Te darás cuenta de que sólo habrá algunas cosas, no todas, y que el alcance de las mismas es mucho más limitado de lo que parecía en un principio.
Respiran
La forma más sencilla de que el estrés se convierta en algo intermitente radica en algo que tienes que hacer a diario: RESPIRAR. La práctica de estar en el momento, conectado con tu respiración, ayuda a entrenar a tu cerebro para que esté enfocado únicamente en la tarea que estás realizando, contribuyendo a ahuyentar el fantasma del estrés. Cuando te sientas estresado, tómate un par de minutos para enfocarte en tu respiración. Cierra la puerta, aparta todas las distracciones, siéntate en una silla y respira. El objetivo es pasar todo ese tiempo, aunque sea breve, sólo centrado en tu respiración, lo que evitará que tu mente divague. Piensa en la sensación de inspirar y expirar. Suena sencillo pero es complicado hacerlo más que uno o dos minutos. Es normal que aparezcan pensamientos de todo tipo, especialmente al principio, lo único que tienes que hacer en volver a enfocarte en tu respiración. Si permanecer enfocado en tu respiración, intenta contar hasta 20 entre que inspiras y expiras. No te preocupes si pierdes la cuenta, simplemente vuelve a empezar.
Aunque pueda parecer algo demasiado simple, incluso un poco tonto, te sorprenderás de lo tranquilo que estarás después de hacerlo y cómo te resulta mucho  más fácil evitar pensamientos distractores que de otra forma parecerían enterrados permanentemente dentro de tu cerebro.
Usan sus sistemas de soporte

Es tentador, aunque totalmente inútil, tratar de abarcarlo todo por ti mismo. Para estar sereno y ser productivo, necesitas reconocer tus debilidades y pedir ayuda cuando la necesites. Esto significa recurrir a tus “sistemas de soporte” cuando te enfrentas a un reto lo suficientemente grande como para que te sientas abrumado. Todos tenemos alguien, dentro o fuera del trabajo, que está en nuestro equipo, dispuesto a colaborar y a ayudarnos a obtener lo mejor de una situación, por difícil que sea. Identifica a estas personas en tu vida y haz un esfuerzo para buscar su ayuda y su consejo cuando lo necesites. Algo tan sencillo como hablar de tus preocupaciones proporciona una vía de escape para tu ansiedad y estrés y te proporciona una nueva perspectiva de la situación. La mayor parte del tiempo, otras personas ven una solución que tú no puedes ver porque no están emocionalmente comprometidas en la situación. Pedir ayuda ayudará a mitigar en tu estrés y reforzará tus relaciones con aquellos en quien confías.

(TRADUCCIÓN LIBRE AL ESPAÑOL DEL ARTÍCULO "HOW SUCCESFUL PEOPLE STAY CALM)

miércoles, 12 de febrero de 2014

Elijo vivir consciente...

Si te tomas la pastilla azul la historia acaba. Te levantas en tu cama y crees lo quieras creer. Si tomas la pastilla roja te quedas en el Mundo Maravilloso y te muestro lo profundo que llega el agujero del conejo.
Morfeo, Matrix


Soy un ser vivo. Camino, hablo, río, respiro, realizo mis funciones corporales, me relaciono, sueño, siento pero...¿estoy viva? ¿qué significa estar viva, qué implica? Y, voy un paso más allá, ¿qué implicaría vivir de manera consciente?

En un punto del camino, no sé si pronto o tarde, nos encontramos como Neo, con sendas pastillas en las manos, sin saber muy bien por cuál decidirnos. Es crucial tener claro que despertar a una vida consciente es siempre una elección y un rechazo: elijo A, rechazo B. Elijo despertar, rechazo seguir durmiendo. Elijo ver el mundo y a sus habitantes tal y como son, con sus luces y sus sombras, sus contradicciones y sus certezas, capaces de los gestos más altruistas y del más profundo egoísmo. Elijo ver mis propias luces y mis propias sombras y amarme, no a pesar de las mismas, sino precisamente a causa de ellas. 

Y no olvidemos que ser capaz de ver no implica necesariamente ser más feliz. La consciencia no nos trae el regalo de la felicidad eterna y a costa de todo. Sin embargo, sí nos regala algo mucho más importante: una mirada auténtica y llena de aceptación hacia lo que nos toca vivir en cada momento. Tal vez mis retinas no estarán llenas de belleza continuamente pero, cuando suceda...¡qué milagro!

Miro la pastilla roja una última vez. La pongo en mi boca, la siento sobre mi lengua. Un trago de agua y...ya está hecho. Se acabaron los efectos especiales y las sombras chinescas. He elegido ser y vivir consciente.